3) La cuna y el cuarto
A partir del año de edad, se puede acompañar al niño hacia una primera forma de autonomía, aprendiendo a dormir en la cuna o incluso en su propia habitación. Es importante que el cambio de hábito no sea repentino, sino gradual. El cuarto debe ser un lugar acogedor y a prueba de niños. La cama debe ser segura -con barras altas y tapizadas- o de inspiración Montessori, colocada en el suelo para que el niño pueda alcanzarla y salir de ella de forma autónoma. Además, la habitación no debe estar demasiado caliente y debe tener el nivel adecuado de humedad. Es crucial vivir la habitación junto con el niño, dedicando tiempo a los juegos o quizás a la lectura en esa misma habitación. A la hora de dormir, acompañe al niño hacia los brazos de Morfeo, permaneciendo con él hasta que se sienta lo suficientemente seguro como para dormirse: no debe sentirse abandonado.