Ellos saben lo terapéutico que puede ser llorar.
Estudios psicológicos recientes han determinado que llorar estimula la liberación de endorfinas de nuestro cerebro, las hormonas del «sentirse bien» que también actúan como un analgésico natural. El llanto también disminuye los niveles de manganeso, un producto químico que, cuando nos sobreexponemos a el, puede exasperar el cerebro y el cuerpo.
A pesar de que el problema también puede persistir después de haber llorado, no hay duda de que el acto de llorar permite una liberación general de mala emoción ni que sea momentáneamente. Esto nos permite pensar más claramente sobre el problema y no estar tan abrumados por ello. (continua en la pagina 5)