Estamos en 2016, y si hay algo que ya es totalmente inaceptable y que debería ser erradicado de la faz de la Tierra, se trata seguramente del abuso y de la poca consideración de los derechos de las mujeres. Todas las mujeres. Cada día, de cada semana, de cada año, miles de chicas acaban siendo víctimas de las violencias de su parejas, ya que la mayoría de los abusos físicos, y no-físicos, suceden dentro de los 4 muros que cada persona debería poder llamar casa. Y por esa misma razón (el hecho de que las violencias ocurran principalmente en situaciones domesticas), tomar medidas preventivas e implementarlas en la vida de todos los días está cerca de imposible.
En estos casos, la única medida que tiene posibilidades de funcionar es la de sensibilizar y crear conciencia a nivel global para que los hombres puedan aprender a no comportarse de formas agresivas o insultantes. Este punto es muy importante, porque es justo y está bien que haya campañas publicitarias e iniciativas que ayuden la denuncia de este tipo de abusos, pero el problema real y más peligroso está en la persona que hiere a la otra.
Por esta razón una fundación de caridad de Noruega que se ocupa de ayudar a las mujeres víctimas de abusos ha realizado un cortometraje muy potente para concienciar a la comunidad global. Es una historia realmente inspiradora, y merce la pena ser vista.
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