Esta es una de esas historias centradas sobre la bondad de algunos «individuos», que a veces no son lo que esperamos, pero saben sorprendernos de todas formas.. Dedicamos esta galería a esas personas que dicen que una vida animal vale menos de una vida humana porque no tienen la misma sensibilidad, para que se den cuenta que están equivocados.
Nala es una perrita, para utilizar las palabras que dirían los Blues Brothers, «en misión por parte de Dios». O al menos esto es lo que afirman los viejos pacientes del centro de cura Lyngblomsten, cerca de St Louis en Minnesota. Todo ha empezado hace unos 3 años, cuando Doug Dawson, el dueño de Nala, llegó al trabajo acompañado por esta joven perrita negra: nada mas llegar a la estructura, el caniche empezó a dar vueltas por los pasillos, oliendo el aire y poniéndose cada vez mas nerviosa mientras el señor Dawson trataba de averiguar que era lo que la alteraba tanto.
Al cabo de unos días lo entendió: Nala quería estar con los pacientes, sobretodo los que estaban en la fase terminal de la enfermedad (y de la vida). A partir de ese momento, la cachorra había encontrado su vocación, y lo que es mas importante: un dueño y un ambiente que le permitían cumplir con ella. Cada día este adorable caniche negro llega a la comunidad para los ancianos, donde cumple, a diario, un gesto mas único que raro. Tan especial que su historia se ha hecho cada vez mas famosa en todo el mundo…
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