1) Grandes traseros crían hijos más inteligentes.
La grasa de las nalgas y de los muslos almacenan los especiales ácidos grasos omega-3. Algunos científicos creen que cuando se amamanta, su cuerpo abre esos depositos para mejorar la leche materna. Debido a que los bebés necesitan este tipo particular de grasa para el cerebro, el sistema nervioso y el desarrollo del ojo, algunos biólogos piensan que un trasero más grande podría traducirse en niños más brillantes.