Enamórate de alguien que te mire, que te vea. Alguien que vea tu cara dormida en las mañanas y tus ojos aún hinchados y que piense que eres la persona más bella que ha visto en su vida. Y cuando te ve en tu mejor estado, también piensa que eres hermosa entonces. Porque la cuestión es que la belleza que él ve nunca tiene que ver con un pelo perfecto o un vestido de ensueño. No se trata de tener una piel limpia o unos abdominales esculpidos. La belleza que ve, la belleza que ama tal como es, siempre ha sido mucho más profunda.
Enamórate de alguien que vaya más allá de tu piel. Alguien que pueda mirarte a la cara y notar un brillo en tus ojos que le haga querer hacerte más preguntas. Alguien que pueda mirarte a la cara y ver la tristeza detrás de tus ojos y saber que todo lo que necesitas en ese momento es la seguridad de un abrazo. Enamórate de alguien que pueda ver los fragmentos inconfesados de tu corazón, tu mente y tu alma. Sabe lo que te hace brillar, sabe lo que te entristece, sabe qué preguntas hacer y también sabe debe guardar silencio. Enamórate de alguien que vea lo que tú ocultas al resto del mundo.
Enamórate de alguien que vea tu corazón. Alguien que ve toda la bondad que hay dentro de ti, incluso cuando tú misma no logras verla. Enamórate de alguien que ve todo lo que quieres ser, y que te empuja a convertirte en ello, un día a la vez. Él te oye cuando dices la verdad y te llama en el momento en que empiezas a creer todas las mentiras que te cuentas a ti misma. Enamórate de alguien que te empuje a hacer lo que realmente quieres hacer, el tipo de persona que te apoye, a tus sueños y visiones, aunque no sea capaz de verlos.
Enamórate de alguien que vea todo tu ser. Cuando dudes de tus capacidades, o de tu talento, o de tu belleza, o de tu inteligencia, o cuando tengas miedo de que el mundo rechace tu valor, él te recordará que sigue estando ahí contigo. Siempre.