La historia:
Nala sigue su dueño todas las mañanas hasta el centro de cura, donde empieza su vuelta de visitas especializadas. En cuanto llegan a la estructura médica, se separan: Doug, enfermero en el centro, prepara y suministra los medicamentos a los ancianos enfermos, principales ocupantes de esta clínica, mientras Nala ofrece mimos, cariño y diversión a los ingresados, con una atención especial reservada a los pacientes terminales.
Como si ya no hubiese demostrado su genialidad, la perrita hasta coge el ascensor por su cuenta, aprovechando de los movimientos de los otros enfermeros o de los familiares de los pacientes, que ya se han acostumbrado a su presencia y de hecho se emocionan al verla llegar, porque saben que durante su permanencia no van a estar pensando en sus problemas o sus patologías.
De habitación en habitación, de piso en piso, este montóncito de rizos negros pasa sus días otorgando serenidad a personas que ya pensaban haberla perdido.
¿No os parece algo precioso? A prescindir de los instintos del perro, que nunca podremos saber cuáles son..
Por otra parte, Nala tiene una SENSIBILIDAD ESPECIAL que hará que te CONMUEVAS. ¡Para averiguar a que nos referimos, procede en la lectura!