Cuando se trata del cuidado y el bienestar de la piel, la exfoliación desempeña un papel fundamental. Este tratamiento de belleza elimina la capa superior de la epidermis, tocada por la suciedad, el maquillaje y las células muertas. La exfoliación puede realizarse con exfoliantes y peelings específicos, tanto en la cara como en el cuerpo.
¿Cuáles son los productos exfoliantes más adecuados?
La elección del exfoliante también determina la frecuencia del tratamiento. Si se elige un producto de acción ligera, la exfoliación puede efectuarse dos veces por semana.
En cambio, si se utilizan productos más fuertes y potentes, es mejor dejar pasar más tiempo, incluso una semana, entre los tratamientos.
También depende de si la piel es delicada y sensible o especialmente grasa y propensa a imperfecciones. Para encontrar la mejor solución para su tipo de piel, le recomendamos que consulte a un dermatólogo, que podrá recomendarle productos adecuados para su rostro.
Existen dos categorías principales de exfoliantes: físicos y químicos.
La exfoliación física se consigue mediante un suave masaje de la piel y el uso de cremas y geles con microgránulos, o accesorios específicos. El roce mecánico elimina las células superficiales y estimula la producción de colágeno. El resultado es una piel más suave y uniforme. El masaje desempeña un papel fundamental en el proceso de exfoliación.
Los exfoliantes químicos implican el uso de ácidos específicos seleccionados según las características de la piel. Este tipo de exfoliación se realiza en centros especializados y por profesionales que saben cómo utilizar estos productos. La exfoliación química está especialmente indicada en presencia de acné, granos o envejecimiento de la piel.
Las ventajas de una exfoliación física
Las células muertas y los restos de maquillaje obstruyen los poros e impiden que la piel respire. La acción de los microgránulos no solamente consiste en eliminar las células muertas y las impurezas del rostro. Gracias a este tratamiento es posible tener una piel más suave, tersa y luminosa, aclarar las manchas de la piel y eliminar los puntos negros y los granos afinando los poros dilatados. También aumenta la renovación celular al favorecer la producción de colágeno. Sin olvidar que la exfoliación permite que los productos que usas para nutrir e hidratar la piel penetren en profundidad, aumentando así su eficacia.
Si quieres una piel fresca y sana, la exfoliación es un valioso aliado.
Cómo exfoliar la piel
Entendemos que la exfoliación es un tratamiento esencial, pero ¿cómo hacerlo correctamente? Lo primero que hay que hacer es limpiar el rostro con un producto adaptado a las características de la piel. La limpieza ayuda a preparar el rostro para el siguiente paso: la exfoliación. En este punto, basta con tomar la crema o el gel con los microgránulos y empezar a masajear la piel con movimientos firmes y enérgicos.
Tenga cuidado con los labios y el contorno de los ojos: es mejor evitar restregar estas zonas del rostro, ya que son extremadamente sensibles.
El masaje debe durar unos minutos, hasta completar todo el rostro. Una vez que haya terminado de exfoliar, aclare con abundante agua para eliminar los microgránulos. Seque su rostro y aplique una buena crema hidratante y nutritiva, ¡ya está!