Las grasas siempre han sido consideradas responsables de dañar el organismo y de provocar diversas enfermedades, como la diabetes y la obesidad. Como prueba de ello, las grasas como la mantequilla, el aceite y el queso son los primeros alimentos que se excluyen de las dietas y se demonizan. En realidad, hay que distinguir entre las grasas saturadas, que son perjudiciales para el organismo y deben evitarse, y las insaturadas, que son esenciales para las necesidades de un adulto.
El importante papel desarrollado por las grasas positivas para el organismo
Un hombre adulto debe ingerir alrededor de un 30% de grasa para sus necesidades diarias, de lo contrario puede tener graves problemas de salud a largo plazo.
Las grasas, al igual que los hidratos de carbono, sostienen nuestro cuerpo: las células, el cerebro y los músculos.
Por lo tanto, son una fuente de energía esencial para que el cuerpo funcione perfectamente, y es un error eliminarlos por completo. La ausencia de lípidos en la dieta ralentiza el metabolismo y contribuye a la aparición de enfermedades como la obesidad y la diabetes, en contra de la creencia popular.
¿Cuáles grasas hay que evitar? La diferencia entre grasas saturadas e insaturadas
Entonces, ¿se puede comer cualquier tipo de grasa? Por supuesto que no, hay que distinguir entre grasas saturadas e insaturadas. Los ácidos grasos saturados pueden ser de origen animal o vegetal y deben evitarse porque son perjudiciales para el organismo; la carne y la grasa de los embutidos los contienen, pero también el aceite de coco y de palma.
Las grasas insaturadas, en cambio, son todos aquellos lípidos que, si se toman en las cantidades adecuadas, son buenos para el organismo y lo mantienen de forma correcta. El aceite de oliva virgen extra, el aceite de nueces, el aceite de almendras y el omega 3 del pescado son grasas buenas que previenen la inflamación y la acumulación de colesterol.